Los seres humanos contamos nuestras historias de diversas maneras. Hoy en día, los formatos y aplicaciones digitales han tomado por asalto la oportunidad de narrar una historia; sin embargo, la escuela aún es ese magnífico espacio en el cual podemos detenernos a compartir aquello que nos sucedió, que identificamos como significativo o que simplemente nos permite desconectarnos de la realidad para conectarnos con la memoria. En este contexto, el área de Comunicación cuenta con una estructura que apunta al desarrollo de las competencias relacionadas con la expresión oral que busca trascender el concepto de juegos verbales o fluidez oral, con el fin de lograr que tanto los estudiantes como los docentes compartan historias personales con el fin de poder organizar sus ideas, los sucesos, los hechos y compartirlos de manera oral dentro del aula. Al contar con un espacio dentro del programa para contar una historia en clase, se facilita el desarrollo de habilidades necesarias para que los estudiantes puedan poner en práctica el arte de escuchar; pero también de saber hablar, de contar una historia, de organizarla y enfatizar con los demás momentos significativos. Adicional a ello, el narrar historias personales permite a los estudiantes que registren momentos relevantes de su vida y que los recuerden de manera permanente. Ello permite reforzar el tema de identidad personal, aspecto que se espera consolidar desde los espacios educativos. Asimismo, narrar historias personales facilita la escucha activa, reforzar la autoestima y permite la difusión de aspectos que faciliten la identificación de los estudiantes como seres únicos e importantes, idea que se va consolidando desde el área de Personal Social.
